Cada año, durante el mes de febrero, elevamos nuestras voces con el propósito de acompañar la campaña mundial que, desde el año 2000, busca sensibilizar y acercar a los pacientes a consulta. Lo anterior no solo con el fin de lograr un diagnóstico temprano, sino también un tratamiento oportuno y adecuado para el cáncer.
En consonancia con este propósito, fue elegido el día 4 de febrero como día mundial de la lucha contra esta enfermedad.
La Sociedad Americana Contra El Cáncer estima que, para este 2022, solo en los Estados Unidos se diagnosticarán alrededor de 14.100 nuevos casos de cáncer invasivo del cuello uterino. Morirán cerca de 4.280 mujeres a causa de este cáncer.
Las lesiones premalignas de cuello uterino se diagnostican con mucha más frecuencia que el cáncer de cuello uterino invasivo.
En el pasado, el cáncer de cuello uterino era una de las causas más comunes de muerte por cáncer en las mujeres. La tasa de mortalidad de cáncer de cuello uterino disminuyó con el aumento en el uso de la prueba de Papanicolaou, que puede encontrar cambios en el cuello uterino antes de que se origine un cáncer.
“Aún muchos pacientes no han regresado a su consulta médica de control, y muchos de los que sí han consultado lo hacen por síntomas asociados a enfermedad avanzada”, expone con preocupación la ginecobstetra Carmen Mantellini.
De acuerdo a la doctora, a eso se suma el hecho de que “cada ola de COVID-19 retrasa, a su vez, el inicio del tratamiento (…) [lo que] va afectando progresivamente el estadio de la enfermedad y, por ende, el pronóstico”.
Este año la campaña se centra en la equidad, porque, como se ha evidenciado a lo largo de estos dos años de pandemia, los recursos y los avances no están disponibles para todos por igual. Y esto significa que se deben seguir buscando que las opciones de consulta, diagnóstico y tratamiento estén disponibles para todos sin importar el lugar donde se encuentren.
La invitación no es solo para identificar las diferencias en relación a las situaciones personales del país donde nacemos, de las actividades que realizamos y de las condiciones en las que vivimos, las cuales influyen en nuestro estado de salud y en el riesgo de padecer o no un cáncer en específico. También busca poner la mirada sobre la oportunidad de acceso a un sistema de salud que permita un diagnóstico acertado y un tratamiento oportuno.
Adicionalmente, durante estos dos años, se han sufrido olas en el número de casos por COVID-19 secundarias a nuevas variantes de SARS-CoV-2. Estas han generado aislamientos y retrasos en las consultas de control anual, así como también en los accesos a vacunas y servicios médicos preventivos que contribuyen en la lucha contra el cáncer.
En Venezuela, el cáncer es la segunda causa de muerte en todas las edades. Y, en la mujer, el cáncer de mama y el cáncer de cuello uterino constituyen la segunda y tercera causa de muerte respectivamente. Afectan a mujeres entre los 35 y 45 años de edad, cuando aún tienen hijos en edad escolar, lo que añade complejidad e impacto social y económico a las mujeres y familias que lo padecen.
“En relación al cáncer de cuello uterino, la vacunación masiva entre los 9 y 26 años de edad contra el virus de papiloma humano sigue sin estar incluida en las pautas del sistema nacional de salud, aun cuando forma parte del programa de eliminación del cáncer de cuello uterino en el mundo, proyectado por la Organización Mundial para la Salud para el año 2030”, explica Mantellini.
“A pesar de que disponemos de la misma en el sistema de salud privado desde hace algunos años, la pandemia sigue impactando la continuidad en la aplicación no solo de la primera dosis, sino también de las dosis de refuerzo”, agrega.
Esta campaña exige un mayor compromiso no solo de cada uno, sino de los gobiernos, instituciones y entes responsables de los servicios de salud y de las campañas de prevención. Es necesario seguir levantando la voz.
Para mayor información de este tema, visita las redes sociales de la doctora: @Dramantellini.
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