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Ciencia y Tecnología

Exhibicionismo en tiempos modernos

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Nuestra vida avanza deprisa en medio de tiempos de hiperactividad. Preocupados por el afán de ser productivos, hacemos de los días colectores de ocupaciones para proscribir a la pausa. Luego el presente discurre veloz y la cotidianidad se transforma en un “algo” volátil, inestable e incierto, en el que los cambios acontecen, a la vez que rápido, a perpetuidad.

El sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zygmunt Bauman ya hablaba acerca de eso en sus trabajos. Fue él quien acuñó el término “modernidad líquida” para referirse a los cambios permanentes en nuestro diario vivir. De acuerdo a este autor, la sociedad contemporánea pervive en la época de la incertidumbre, en una era “líquida”, precisamente porque nada conserva por mucho tiempo su forma. Así, las relaciones, los modos de vida y las responsabilidades laborales, por ejemplo, se tornan transitorias, frágiles e, incluso, obsoletas.

La irrupción de la tecnología tiene gran cuota de responsabilidad. La innovación vertiginosa genera la sensación de que, si nos descuidamos, podríamos fácilmente quedarnos atrás. Entonces, permanecemos hiperconectados para hacer frente a la enorme e indetenible marea de información. Sin darnos cuenta, nos terminamos convirtiendo en consumidores voraces de contenido dada su excesiva abundancia y nos hacemos cada vez menos tolerantes al aburrimiento. No es de extrañar, siendo que las redes sociales acaparan nuestra atención -es decir, nos distraen- y nos libran de la incertidumbre de los “tiempos muertos”.

La era digital (época en la que vivimos) es la era de la hiperestimulación. Con esto me refiero a que las personas están expuestas a un aluvión irrefrenable de estímulos externos. En las plataformas, el contenido abunda a discreción y la atención de los usuarios se hace el bien preciado por el que compiten los medios. En muchos casos, esto no da lugar sino a ruido, y a la exaltación de un modo de vida en el que el consumo es primordial. Hay quienes se vuelven adictos. Hay quienes lo hemos sido más de una vez. La gratificación instantánea que proveen las redes sociales genera, en muchos casos, dependencia.

No obstante, queramos o no, hoy por hoy buena parte de nuestra vida parece transcurrir en el entorno virtual. Incluso lo digital ha sido capaz de transformar nuestros hábitos y lenguaje, así como la manera en que nos relacionamos, percibimos al mundo y a nosotros mismos. Tal es la importancia de la tecnología en la actualidad. De hecho, no solo es uno de los factores que facilitó la globalización, sino que la impulsa hoy con gran fuerza mediante sus continuos avances.

Convivimos con la tecnología como si nos fuese connatural. A pesar de las consecuencias por su mal uso, no resulta sencillo imaginar un mundo desembarazado de ella, ni de las comunicaciones globales e inmediatas. Basta con pensar en la cantidad de personas que actualmente usan las redes sociales. Según Alex Frolov, CEO y cofundador de HypeAuditor, más de la mitad de la población mundial las utilizan. Esto se traduce en más de 4.500 millones de usuarios en el mundo. Siendo así, más allá de pensar en censurarlas, convendría más repensar el uso que les tenemos destinadas (así como nuestro tiempo de exposición), para aprovechar su potencial en lugar de reservarnos tan solo sus efectos negativos.

Me parece, por ejemplo, preocupante lo que comentaba antes acerca de esa necesidad convulsiva de los medios de comunicación, las redes sociales y las plataformas de competir por la atención. Porque, finalmente, lo suyo se convierte en una carrera contrarreloj que muchas veces da más importancia al volumen del contenido por encima de su calidad. Esto supone sumergir a los usuarios en un océano de información banal en el que acaban hiperestimulados. Atentos a todo, pero concentrados en nada. Ansiosos por la rapidez, inmediatez y caducidad de lo que los rodea. En un escenario así, no solo terminamos volviendo inadmisible el silencio, sino que nos acostumbramos a quererlo todo para ya, porque en el entorno virtual (mundo en el que los contenidos se suceden sin descanso) las recompensas son inmediatas.

Dado el enfoque de la economía de la atención en nuestra sociedad actual, llega un punto en el que nosotros mismos también llegamos a pensar que atraer la atención de los demás es lo más importante. Y las redes sociales alimentan ese pensamiento cuando otros reaccionan favorablemente a una de nuestras publicaciones. Piensa en que, cada vez que recibimos estímulos positivos, nuestro cerebro libera dopamina, la hormona de la satisfacción y el placer. Precisamente, eso es lo que sucede cuando recibimos un like, porque el cerebro lo interpreta como una recompensa. Luego sentimos bienestar. Y aumenta la posibilidad de que compartamos más contenido.

De alguna forma, esas reacciones positivas nos hacen sentir validados ante los demás, lo que eleva la autoestima. Nos acicalan el ego. Pero, en medio de eso y por la misma razón, pueden inducir al exhibicionismo virtual, que se caracteriza por el afán de publicar todo tipo de contenido de nuestra vida privada con la única intención de ser vistos. La meta se convierte en el reconocimiento social. Así, el exhibicionista digital hace de las redes sociales su diván emocional, confesionario público o escaparate para hablar de sí mismo. El problema de esto es que podría terminar viviendo en función de los demás. Porque lo que realmente quiere es la aprobación del otro. De esta forma, encuentra incluso más satisfacción en las reacciones de las experiencias que comparte que en las propias vivencias per se.

Hay quienes dicen que, dado que las redes sociales usan como materia prima nuestra intimidad, podríamos acaso habernos vuelto más vanidosos. Es probable que sí. Pero también me pongo a pensar sobre lo que reflexionaba al inicio. En esta era de la inmediatez o “modernidad líquida”, la vida se nos escurre muy rápido. Todo caduca deprisa y el tiempo lo borra. Entonces, ante tanta incertidumbre, el miedo de quedarnos atrás y desaparecer, quizá buscamos certezas, así como la posibilidad de trascender. Para mí eso podría explicar el empeño en llamar la atención. Lo que se desea en realidad es tatuarse en la memoria de los otros, combatir la contingencia y eludir el olvido, que es negación de nuestra propia existencia. Tal empresa estaría relacionada con las ansias de inmortalidad, inherentes al ser humano, de las que habló el escritor español Miguel de Unamuno. Dada nuestra mortalidad, queremos eternizarnos, perdurar aun después de la muerte.

El exhibicionismo virtual me recuerda así a una historia que data de tiempos antiguos y que tiene como protagonista a un joven pastor de la ciudad de Éfeso, ubicada a orillas del mar Egeo, en la actual Turquía. Su nombre era Eróstrato y, desde muy niño, se sintió destinado a grandes cosas. Estaba obsesionado con la fama. Pero lograr el reconocimiento anhelado se le hizo imposible. Tomó entonces una determinación: destruir una de las siete maravillas de la antigüedad. Dispuesto a todo por ser recordado, la noche del 21 de julio del año 356 a. C. prendió fuego al templo sagrado de Artemisa, un santuario diseñado por el arquitecto Quersifrón en el siglo VI a. C.

Cabe acotar que el edificio era el más grandioso de la ciudad. Medía 115 metros de largo por 55 de ancho y tenía su cuerpo principal rodeado por 127 columnas jónicas de 18 metros de alto. Pues bien, aquella magna construcción quedó hecha ruinas por el incendio.

Luego de ser torturado, Eróstrato confesó que su motivación no había sido otra que hacerse inmortal. Finalmente, lo ejecutan y prohiben mencionar su nombre so pena de muerte. Pero no hubo forma de evitarlo. El nombre de Eróstrato termina pasando a la historia.

La psicología incluso lo tomó para bautizar el comportamiento de quien es capaz de hacer cualquier cosa por renombre. La fama es su obsesión. Conocido como el complejo de Eróstrato, hace referencia a las personas que buscan la notoriedad a cualquier costo, incluso a expensas de su propia integridad.

Tal necesidad de ser vistos o reconocidos por otros encuentra su trampolín en nuestra época. El entorno virtual parece no imponer ningún obstáculo al exhibicionista digital. Antes bien, como refería antes, lo estimula mediante las gratificaciones instantáneas. Pero las recompensas no son sino una ilusión. No hay que olvidar que, en estos medios, la comunicación es indirecta. Siendo así, resulta más sencillo envolvernos en una coraza o, incluso, ampararnos en el anonimato para enfrentarnos al mundo. Por eso somos capaces de decir cosas que no nos atrevemos a expresar en persona, o a hacer otras tantas que no haríamos en la vida real. Las redes sociales distorsionan la realidad. Entrañan un nuevo peligro, que es la ausencia de límites. En ellas, se crea una vida paralela que podría aun ocultarnos antes que exponernos. Como resultado, entronizamos la apariencia por encima de la autenticidad.

A pesar de todo lo anterior, aunque pueda haber dado muestras de lo contrario, pienso que las redes sociales están provistas de un gran potencial para nuestro beneficio. Todo depende de su uso. Ciertamente, nunca sustituirán la comunicación directa. Pero pueden servirnos para crear espacios sanos para la discusión. Si superamos la dificultad de hablar por hablar, de apostar por la atención de otros y, en su lugar, nos expresamos con propósito y responsabilidad sin esperar la validación ajena o satisfacción inmediata, podríamos encontrar en ellas un nuevo canal para exteriorizar nuestros sentimientos, pensamientos y necesidades. No obstante la exposición, estimularíamos la introspección. Y de esa forma conectaríamos con los otros.

Al final, no se trataría de robustecer una apariencia ficticia en el mundo virtual, sino de fortalecer la personalidad y la conexión humana mediante las ideas. En otras palabras, su uso no estaría ligado a servir de alimento al ego, sino de sembradío al pensamiento.

Es una propuesta que, de buenas a primeras, podría fácilmente rozar la ingenuidad. No ignoro lo irrealizable que suena. Sin embargo, aunque mi intención no es cambiar los hábitos de nadie (porque eso es una decisión individual), opino que cada uno, desde sus espacios, la puede poner en práctica. Para eso, hay que hacernos más conscientes y más reflexivos con nuestras motivaciones reales para evitar ser marionetas de lo externo.

No estoy sugiriendo con esto que dejemos de publicar fotos, videos o mensajes. Estoy proponiendo una mayor pausa entre cada publicación para conocer mejor nuestras verdaderas razones e impulsos. Hay que preguntarnos más qué hay detrás de todo eso que hacemos, del aluvión de información que compartimos o de esa atención que demandamos. Lo mismo si pasamos mucho tiempo en Internet. Hay que indagar nuestros motivos. Porque la atención no es un bien escaso, lo es nuestro tiempo. Y perderlo sin acaso advertirlo, esperando que otros nos aprueben o escapando así de la pausa, hará de nosotros caballos al galope con viseras.

Las redes sociales son tan solo uno de muchos canales para compartir nuestras experiencias. No debería ser el único ni tampoco el principal. De cualquier forma, para evitar ser presas de cualquier adicción, resulta necesario reducir nuestros tiempos de exposición, así como el volumen del contenido que publicamos. Porque la introspección amerita pausa y silencio.

Y porque, para compartir lo vivido, primero tenemos que vivir.

 

Fuentes:

Campa, Julian (7 de marzo de 2017). Exhibicionismo digital, redes sociales y otras patrañas. Éter: nativo: https://eternativo.wordpress.com/2017/03/07/exhibicionismo-digital-redes-sociales-y-otras-patranas/

Carrillo Hérnandez, Juan Pablo (20 de enero de 2018). El nocivo efecto de ‘confesar’ nuestros problemas personales en redes sociales. Pijama Surf: https://pijamasurf.com/2018/01/el_nocivo_efecto_de_confesar_nuestros_problemas_personales_en_redes_sociales/

Cervera, Francesc (7 de septiembre de 2021). Eróstrato, el pastor que destruyó el templo de Artemisa. Historia National Geographic: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/erostrato-pastor-que-destruyo-templo-artemisa_17139

Contreras, Vanessa (8 de septiembre de 2021). La sociedad de la urgencia. PublinMagazine: https://publinmagazine.com/la-sociedad-de-la-urgencia/

Exhibicionismo digital: El “Postureo” (s.f.). Psicosol: https://psicosol.es/noticias/exhibicionismo-digital-el-postureo/#:~:text=El%20exhibicionismo%20digital%20es%20en,de%20sobresalir%20sobre%20los%20dem%C3%A1s

Farias, Isbelia (9 de agosto de 2021). Complejo de Eróstrato. PsicoActiva: https://www.psicoactiva.com/blog/complejo-de-erostrato/

Galatolo, Cecilia (28 de junio de 2021). La necesidad de recibir “likes” y la adicción a las redes sociales: el papel de la dopamina. Family And Media: https://familyandmedia.eu/es/educacion-media/la-necesidad-de-recibir-likes-y-la-adiccion-a-las-redes-sociales-el-papel-de-la-dopamina/

Huguet Pané, Guiomar (10 de enero de 2020). Así se vería el templo de Artemisa en Éfeso en la actualidad. Historia National Geographic: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/asi-se-veria-templo-artemisa-efeso-actualidad_14273

Ortega, Matías (14 de mayo de 2022). ¿Cómo nacen los influencers? Ámbito: https://www.ambito.com/informacion-general/redes-sociales/como-nacen-los-influencers-n5438634

Pérez, Gabriela (10 de julio de 2020). Postear en redes sociales, ¿exhibicionismo o necesidad? Estudio Contar: https://blog.estudiocontar.com/2020/07/10/postear-en-redes-sociales-exhibicionismo-o-necesidad/

Sabater, Valeria (29 de abril de 2019). Complejo de Eróstrato: especialistas en el arte de la apariencia. La mente es maravillosa: https://lamenteesmaravillosa.com/complejo-de-erostrato-especialistas-en-el-arte-de-la-apariencia/

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Ciencia y Tecnología

De los dados al blockchain: la evolución del entretenimiento digital en Latinoamérica 

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LATAM se consolida como laboratorio de innovación, donde tecnologías como blockchain transforman el entretenimiento cultural en experiencias digitales

Los juegos y el entretenimiento han formado parte de la identidad cultural latinoamericana desde tiempos ancestrales.  Mucho antes de la llegada de los europeos, las culturas mesoamericanas ya practicaban dinámicas basadas en suerte y la estrategia. Uno de los más representativos era el Patolli, popular entre los aztecas y otras culturas de la región, donde los jugadores movían fichas sobre un tablero en forma de cruz, según el resultado de lanzar frijoles pintados que funcionaban como dados.
 
Con el tiempo, estas tradiciones se fusionaron con los juegos europeos introducidos por los colonizadores, como los naipes o los dados, y siglos más tarde, evolucionaron bajo nuevas reglas, regulaciones y tecnologías. 
 
La revolución digital marcó un antes y un después en esta historia. Con la llegada de internet y los dispositivos móviles, los juegos que solían limitarse a espacios físicos migraron al entorno virtual. En este nuevo ecosistema, tecnologías como el streaming, las interfaces gráficas, el diseño inmersivo y la interacción en tiempo real han permitido reimaginar clásicos como la ruleta, el blackjack y el baccarat, ahora disponibles desde cualquier lugar y en formatos cada vez más personalizados. 
 
México, en particular, se encuentra a la vanguardia de esta transición, al ser uno de los países con mayor adopción de activos digitales a nivel global. El país ocupa el puesto 14 en el ranking mundial de adopción cripto, de acuerdo con Chainalysis, y gran parte de este crecimiento ha sido impulsado por plataformas de pago y entretenimiento digital. 
Dentro del universo de plataformas cripto, Cloudbet, plataforma especializada en entretenimiento en línea con criptomonedas, destaca por ofrecer experiencias que combinan tecnología blockchain y entretenimiento en tiempo real.
 
Según datos internos de dicha compañía, la ruleta es el segundo tipo de juego más popular entre los jugadores de Latinoamérica, con un 15.29% de las sesiones, solo por debajo de los tragamonedas (28.45%) y por encima de otros juegos como el blackjack (13.25%) y el baccarat (7.41%). 
 
Entre las versiones de ruleta más jugadas en la región, sobresale la desarrollada Roulette by Evolution, que representa un 46.03% del total de sesiones de este juego en Cloudbet. Este mismo proveedor también lidera en blackjack y baccarat, consolidándose como uno de los favoritos en formatos de crupier en vivo, seguido por estudios como Ezugi, One Touch y Galaxsys. 
 
Este panorama refuerza la idea de que los clásicos no han desaparecido, sino que han sido reinventados con nuevas dinámicas digitales y activos descentralizados. En un contexto donde la inclusión financiera sigue siendo un desafío, Bitcoin y otras criptomonedas representan una alternativa eficiente: permiten transacciones casi instantáneas, privacidad y alcance global, sin intermediarios bancarios. 
 
Según Cointelegraph, América Latina recibió más de 415 mil millones de dólares en criptomonedas entre julio de 2023 y junio de 2024. México lidera varias métricas en este sector, destacándose como uno de los países con mayor volumen en plataformas que integran cripto para experiencias interactivas.
 
Además, un estudio de Optimove reveló que México encabeza el promedio de depósitos digitales en plataformas de entretenimiento en LATAM, por encima de Brasil, Colombia y Chile. A su vez, la firma 6Wresearch proyecta que el mercado de plataformas digitales de juego y entretenimiento en América Latina crecerá a una tasa interanual de doble dígito hasta 2027, impulsado por la digitalización y el uso de criptomonedas. 
 
De hecho, Cloudbet analiza juegos tradicionales digitalizados como una vía para explorar nuevos mercados como Venezuela y Chile, países donde la adopción de criptomonedas también muestra un ritmo de crecimiento acelerado. En ambos casos, las condiciones económicas, la conectividad móvil y el auge del consumo digital configuran un entorno ideal para este tipo de experiencias.  
 
Esto amplía la oferta digital, integrando propuestas que combinen dinamismo, tecnología y autonomía del usuario. En este contexto, formatos como la ruleta y el póker con tecnología cripto se consolidan como opciones de entretenimiento digital, pero reinventadas para un consumidor que busca experiencias más flexibles, inmediatas y seguras. 
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Comunidad

CETE impulsa el aprendizaje en IA generativa con curso dictado por el Rector de la UNETI

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Con esta iniciativa, el Centro de Estudios para las Tecnologías Emergentes afianza su rol como espacio de aprendizaje e innovación para estudiantes y profesionales interesados en las tecnologías emergentes

El Centro de Estudios para las Tecnologías Emergentes (CETE) (@somoscete.ve), adscrito a la Universidad Nacional Experimental de las Telecomunicaciones e Informática (UNETI), continúa consolidándose como un espacio clave para la formación en innovación tecnológica. En esta ocasión, organizó una actividad académica que marcó un nuevo hito en su desarrollo institucional.

El Rector de la UNETI, Dr. Carlos Berbecí, ofreció el curso “IA Generativa: Un nuevo paradigma en las organizaciones”, en el que presentó a los participantes las aplicaciones prácticas de la inteligencia artificial generativa. Durante la sesión, los asistentes exploraron cómo esta tecnología puede integrarse en la gestión institucional, los procesos educativos y los servicios públicos, aportando soluciones creativas e innovadoras.

Este encuentro representó la primera actividad realizada en las instalaciones del CETE, bajo la dirección del Dr. Fidel Santos León, quien destacó que la iniciativa forma parte de la agenda de formación continua que desarrolla el centro. “Con estos cursos y talleres buscamos fortalecer las competencias tecnológicas de nuestros estudiantes y profesionales. Además de los diplomados, consultorías y mentorías que ofrecemos, apostamos por promover la investigación, el desarrollo y la difusión de conocimientos en tecnologías emergentes”, expresó el Dr. Santos León.

El CETE avanza en su propósito de convertirse en un ecosistema integral para el aprendizaje y la innovación, ofreciendo no solo formación técnica, sino también oportunidades de experiencia práctica, redes de colaboración y apoyo al emprendimiento.

Los interesados en conocer más sobre sus programas, talleres y próximos cursos pueden seguir sus redes sociales @somoscete.ve para mantenerse informados sobre sus nuevas iniciativas académicas y tecnológicas.

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Ciencia y Tecnología

Movistar alcanza 1.000 estaciones modernizadas en el último año

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Movistar se encuentra en planes de actualización tecnológica que incluye la sustución de de nodos de última generación

“Este encendido es muy representativo porque es el resultado de un esfuerzo
ambicioso y sostenido para la evolución de la red de acceso de Movistar en
Venezuela. Nuestro objetivo es brindar a nuestros usuarios una conectividad
robusta y con mayor velocidad”, afirmó Esther Borges, directora de Tecnología de
Movistar.


Los nuevos nodos están diseñados para distribuir la señal de las distintas
tecnologías, inclusive 5G, una vez se completen el resto de las acciones
asociadas con el despliegue.


Las modernizaciones han tenido impacto positivo en la experiencia de usuario en
regiones como Occidente, Andes, Centro Occidente y Gran Caracas, en las cuales
se registran mayores velocidades de navegación, para carga y descarga de
contenido. Esto confirma la capacidad de la infraestructura para soportar mayor
demanda de conectividad.


Este plan se proyecta hacia los próximos años con el objetivo de ampliar esta
huella, cada vez más robusta, de comunicación. La compañía cerrará 2025 con un
crecimiento importante en el total de acciones de red para mejorar la calidad de su
servicio.

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